El día de ayer se celebró la elección de presidentes municipales y diputados del Estado de México. Si usted vive en este estado sabrá que generalmente las personas que aspiran a ocupar dichos cargos no se preocupan por el bien de la comunidad ni por los problemas que ésta enfrenta. Mayormente son personas que buscan escalar peldaños políticos o bien iniciarse en la escalada.
Desde hace varias semanas las caras de los aspirantes tapizaron postes, bardas, ventanillas de automóviles, etcétera. Tuvimos la mala fortuna de oír sus nombres hasta el cansancio, al menos los de aspirantes de los tres partidos que encabezaban la disputa. Hasta recibimos recomendaciones de candidatos a la presidencia que apoyaban incondicionalmente a los aspirantes de su partido partido político. Todo para que sólo un pequeño porcentaje de la población acudiera a otorgar su voto.
Yo fui a la casilla temprano para evitar hacer fila y lo logré. Afortunadamente el lugar al que acudo nunca presenta problemas y los funcionarios que se encuentran son buenos vecinos, así que todo transcurre en calma. Lo único que cambió el día de ayer fue que en la boleta electoral aparecía el nombre de un tío mío, para el que supuestamente soy su sobrina favorita, o al menos eso dice, lo curioso es que no me lo imagino como aspirante de un puesto de elección popular, su imagen viene a mi mente como la de un eterno adolescente, padre amoroso, amante de la música, que aparte de ser Licenciado en Administración de Empresas ocupa sus sábados para vender discos y películas en el Chopo. Otra cosa que recuerdo es que era la persona que nos facilitaba a mis primos y a mí las historietas de Simón Simonazo, que leíamos en la parte trasera de su coche, mientras él y su novia aprovechaban la falta de la vigilancia de los adultos. Por todo eso no me imagino por qué su nombre estaba ayer allí.
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