Algunas personas piensan que mi trabajo en el museo es muy interesante, que me encuentro al tanto de las investigaciones antropológicas más recientes, de las exposiciones y sobre todo mantengo una "envidiable" relación con los diferentes investigadores del Instituto. Todo esto pudiera ser cierto si me encontrara en otro museo, tal vez en otro país, pero aquí el panorama es muy diferente. Últimamente y debido a las serias acusasiones que enfrenta el ex líder sindical minero, muchos sindicatos han empezado a declarar que no en todos gobierna la corrupción. La verdad es que sería bueno creerles pero cómo hacerlo si convivo con un sindicalismo que desafía a la inteligencia y al sentido común e impide el pleno desarrollo de las actividades laborales y culturales, anteponiendo pobres intereses personales.
Cuando comencé a trabajar, a tan sólo un mes de haber terminado la carrera universitaria, me entusiasmaba mucho el proyecto en el que me había embarcado: La creación de un portal en internet para uno de los museos más importantes de América Latina. Ahora, a cinco años de distancia veo con tristeza que el proyecto se encuentra varado gracias al desinterés general por parte de autoridades, investigadores y trabajadores en general. Lamentablemente los que más pierden son los visitantes quienes quisieran poder apreciar parte de la belleza de las colecciones que aquí se resguardan.
Poco a poco he visto cómo mi trabajo cotidiano se ha visto reducido a un simple trabajo de escritorio público, ya que me encargo de redactar oficios, cartas de recomendación, informes laborales porque a alguien se le ocurrió comentar que yo "sabía de letras". Seguro que antes de ponerme triste tendré que hacer algo al respecto.
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