Cuando se anunció esta exposición se dijo que las piezas que la conformarían saldrían por primera y única vez de Egipto para celebrar el 50 aniversario de relaciones diplomáticas entre México y ese país. Por obvias razones, siempre hubo desconfianza por parte de la delegación egipcia y se tuvieron que extremar las medidas de seguridad. Esta determinación logró que muchos de los visitantes se quejaran por las excesivas restricciones que incluso sobrepasaron las dispuestas para visitar la colección permanente del museo.
Dos semanas atrás respondí la queja de un visitante que lamentaba las medidas adoptadas e insistía que estas eran producto de la paranoia de las autoridades mexicanas. No pude convencerlo de que la delegación egipcia fue quien impuso las condiciones de la exhibición. El día de ayer pude cerciorarme de que la desconfianza es excesiva. Dos intregrantes de la delegación egipcia vinieron a mi oficina para pedirme algo que no entendí hasta la enésima vez que lo explicaron.
En un mal inglés hablaron de mandar un reporte a Egipto, entonces yo les ofrecí la posibilidad de prestarles una computadora o un fax. No, no querían eso, entonces hablaron de que ellos temían que el informe no fuera recibido en Egipto, nuevamente les ofrecí una computadora, un fax o un teléfono, para confirmar que hubieran recibido el escrito, pero tampoco querían esto otro. Entonces hablaron de que el Sr. Mogub haría un escrito, ahí fue cuando me perdí, les pregunté que quién era el Sr. Mogub y sólo apuntaron hacia la oficina del administrador del museo, que no se apellida Mogub, sino Martínez. Desesperados al ver que yo no entendía lo que necesitaban me pidieron que los llevara con alguien que supiera hablar "un buen inglés". Respiré hondo y los acompañé con las guías del museo. Ellos dieron la misma explicación y otra vez nadie entendió bien lo que necesitaban. Finalmente entre todas adivinamos el problema. El administrador les había prestado una computadora para que enviaran su informe a Egipto, pero ellos temían que cuando regresaran a su país, les dijeran que jamás habían recibido el escrito, así que querían que el administrador les firmara un documento que avalara el envío. Definitivamente me pareció el colmo de la desconfianza.
Hoy estuve pensando mejor las cosas, tal vez su exageración tenga motivos. El museo únicamente sirvió de sede para la exposición y ningún área del instituto que se encargó de la planeación y montaje de la misma ha tenido la delicadeza de resolver los asuntos pendientes. En estas condiciones, las precauciones nunca son suficientes.
1 comment:
jejejejeje otro tache!
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