Mientras que a la mayoría se le acabó el tiempo para rascarse la panza, yo apenas voy a disfrutar de mi único día libre el próximo sábado. En realidad no tengo la intención de sacarme la pelusa del ombligo porque tengo muchas cosas pendientes que la falta de tiempo me ha impedido concretar. Una opción es acudir con uno de mis tatuadores de confianza para ver qué puede hacer con el trabajo que el Piraña dejó incompleto, la otra es ir con Mari, la dueña de la estética en donde tengo planeado realizar mi servicio social, para que me corte el cabello ya que mi "bob" da un poco de penita y me resulta cada vez más tardado peinarlo por las mañanas. Me gustaría hacer ambas cosas pero el estudio de tatuajes está en Lindavista y el salón está en Satélite así que tendré que pensarlo muy bien durante la semana.
A pesar de que el sábado estaba preparada para casi todo, no asistimos a la jornada de corte de cabello que teníamos calendarizada debido a ciertos problemas con la organización, en cambio nos quedamos en la escuela atendiendo a los niños que aparecieron, no fueron muchos y sólo atendí a uno, quien resignado con la suerte de su cabello sólo lo miraba caer sobre sus hombros. El cliente quedó satisfecho y yo también, hacer un casquete (palabra temida y odiada por muchos) es pan comido.
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