Friday, August 31, 2007

Cuestiones de peso para no seguirme preocupando o adiós a la hipocondria

He leído estas líneas "Occidente ha sustituido la obsesión de la muerte por la de la enfermedad: ya sabemos que vamos a morir, pero queremos morir sin dolor, sin darnos cuenta y lo más rápido posible" y he reflexionado sobre la razón de las mismas. Desde que somos pequeños se nos amenaza con la enfermedad: "Si no comes bien te vas a enfermar", "Afuera hace frío y si no te cubres te vas a enfermar", de esta manera algunos de nosotros crecemos con la preocupación constante de mantener la salud a toda costa para evitar cualquier enfermedad.

En mi caso particular he vivido de cerca la enfermedad dolorosa y terminal de mi abuelo materno, así que he visto el deterioro físico de una persona a la que creía imbatible. Siguiendo con el historial de mi familia, la madre del mismo abuelo de igual manera sufrió la misma enfermedad, sin embargo, ella decidió poner fin a su sufrimiento mediante la ingesta de cianuro. La descripción de la escena no podría ser más terrible. Organizó una comida familiar en la que invitó a todos sus hijos y sus respectivas familias. En medio de la comida ella se levantó y se dirigió al baño. Pasado un tiempo los invitados notaron con extrañeza que ella no volvía a la mesa así que decidieron ver qué pasaba. La encontraron en el cuarto de baño con unos dolores terribles, pero a pesar de todo intentaba mantener una serenidad imposible. Murió a la manera de su elección, rodeada de sus seres más queridos.

Madre e hijo optaron por diferentes maneras de morir o de sobrellevar su enfermedad, mi bisabuela prefirió el termino del sufrimiento mediante el suicidio y mi abuelo calló varios años su enfermedad, aguantando en silencio el sufrimiento, pero disfrutando de una vida sin restricciones médicas, hasta que su cuerpo no pudo seguir ocultando la realidad.

Si reflexiono sobre esto ahora es porque he recibido los resultados de mi densitometría ósea, los cuales no resultaron tan positivos como hubiera esperado. Al principio me sentí deprimida porque justo ahora que estoy por cumplir 30 años he comenzado a recibir recomendaciones diversas en torno a las diferentes maneras en las que puedo mantenerme sana, pero después de haberle dado varias vueltas al asunto que recordado el dicho que dice "el que busca encuentra". Desde que comencé mi vida laboral he estado en constante contacto con información sobre las diferentes enfermedades con mayor incidencia en la población mexicana. Gracias al médico que trabaja en el museo se han realizado campañas de información, vacunación así como la promoción de análisis clínicos diversos. Siempre que algo se anuncia soy de las primeras en acudir así que me han aplicado vacunas, me han pinchado no se cuantas veces el dedo pulgar para realizarme análisis de glucosa, me han pesado, me han medido, me han tomado la presión, me han sacado sangre para realizarme biometrías hemáticas, me han practicado el papanicolau y la colposcopia, en fin he sido una incondicional de lo que se llama "medicina preventiva". Los resultados han sido muy variados y en ocasiones han derivado en costosas visitas a especialistas que por lo general recomiendan estudios más específicos. Muchas de las veces, después del tratamiento respectivo, he regresado a que me practiquen los estudios de revisión y he obtenido los mismos resultados iniciales. Qué me lleva a pensar todo esto, que la mayoría de los estudios arrojan resultados que son comparados con el estándar asentado de acuerdo con variables específicas como lo son la edad, el sexo, mismas que a su vez tienen otros valores a considerar como por ejemplo, la talla corporal. Esto último me parece que es un factor que ha afectado en gran medida los resultados de los múltiples estudios que me he realizado porque jamás he visto que las tablas de lo que supone ser una mujer sana de 30 años considere como peso ideal 45 kilogramos.

Siguiendo con este ejemplo les puedo decir que como fanática de la prevención oportuna he sido blanco de numerosas suspicacias por parte de los médicos, quienes al analizar mi caso específico optan por creer que las "supuestas deficiencias" en mi organismo se deben a un desorden alimenticio. Considero que estar aclarando esta situación a todos a quienes todavía les quede duda es tiempo perdido así que he optado por una manera más sana de pensar y sólamente podré saber la manera en cómo enfrentar una enfermedad y esto será cuando en realidad me encuentre enferma.

3 comments:

Anonymous said...

Hola. Vaya, esto de las enfermades es muy complejo; curiosamente a una de mis hermanas acaban de detectarle cáncer. Leyendo el artículo de La Jornada no pude evitar pensar en que quizá podríamos enfrentar mejor los padecimientos si aceptaramos el hecho de que hay cosas que simplemente se escapan de nuestras manos.

Y así lo han hecho muchos, aquellos que lo han aceptado y han vivido de la manera en que sienten que es mejor, e incluso meditando e ideando tranquilamente el momento de partir.

Quizá se sufre más trantando de evitar el sufrimiento que viviéndolo e incluso "saboreándolo". La verdad no sé, hay mucho que desconozco; aunque hay uno que otro enfermo en mi familia; no es lo mismo acompañar y observar que vivir.

Yo he pensado en la manera en que me gustaría morir y creo que será, pero eso ya es "harina de otro costal". Saludos.

Ernesto said...

Muy buen post. Me recordó "el cuidado de sí" de Foucault. Sin duda la medicina -y las enfermedades- son cuestiones discursivas... "el que busca encuentra", como dices, y en ocasiones la obsesión cultural por la medición de todo lo mesurable desemboca en una paranoia/esquizofrenia/neurosis/hipocondria terrible. Por algo las sociedades capitalistas avanzadas son las que tienen más índice de depresión clínica; serán también quienes pueden acceder a la terapia y por lo tanto, al buscar, encuentran. No es que las sociedades menos avanzadas económicamente no se depriman o no se enfermen, pero quizá también hay algo de construido, de cultural, de puramente discursivo, en la sintomatología y en los remedios...

Diana Eileen said...

Christian, efectivamente la aceptación de los hechos que no podemos cambiar resulta un factor fundamental para sobrellevar cualquier padecimiento, sin embargo, estamos muy acostumbrados a asumir responsabilidades cuando menos se nos espera que lo hagamos, sobre todo cuando, como dices, son cosas que se nos escapan de las manos. Un abrazo a ti y a tu familia.

Ernesto, ciertamente tu comentario y la alusión a Foucault me han dado mucho qué pensar sobre el cuidado de uno mismo y su ejercicio como una manera de alcanzar una completa realización, sin embargo, hay algo que me incomoda y es que en definitiva parte del asunto de procurarme un bienestar personal deriva de manera mínima pero significativa de la posibilidad de ser madre... y si la maternidad resulta un rol social idealizado, seguro que que en mi cabecita hay mucho de construido culturalmente. Un abrazo bien grande.